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Tu vida es una oración

Cuando digo que tu vida es una oración, [quiero decir que] tu vida es una ofrenda. Ofrecerme tu vida es la oración perfecta. Tus pensamientos dirigidos a Mí, dirigidos al amor, son una oración. Tu deseo de saber de Mí, de amarme y de servirme es una oración. Cuando me tocas, es una bellísima oración. Tus palabras de aliento y amor a los demás son una oración. Tus esfuerzos para traer paz y unidad a las familias son una oración. Tu sonrisa es una oración. Pero tu oración más perfecta es tu sufrimiento puro unido a Mí y a Mi Madre.

La oración de sufrimiento puro es la fragancia más dulce que llega y deleita el Corazón de nuestro Padre. Esta es también la oración que produce abundancia de frutos. Esta es la oración que está más unida a la Mía cuando intercedo ante el trono de Mi Padre.

Por esta razón, el sufrimiento de soledad de Mi Madre produjo y sigue produciendo una lluvia de gracias sobre el mundo. Deseo que las Madres y los Misioneros de la Cruz se perfeccionen en la oración del sufrimiento.

Pero, Señor mío, ¿y que me dices de la oración contemplativa y de la oración de alabanza?

–Es por medio de la oración contemplativa que llegas a conocerme, es la oración en la que te lleno, oriento y formo, pero es la oración del sufrimiento con la que me honras, me consuelas, me amas, y participas en la redención de las almas. La oración de gratitud y acción de gracias debe ser el aire que respiras. —23/8/10, Camino sencillo #97 p.278.
 

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